La Confederación Estatal de Personas Sordas (CNSE) ha puesto el foco en una realidad que afecta de forma directa a miles de niñas, niños y adolescentes sordos: la privación lingüística. En un reciente webinario dedicado a esta temática, la organización calificó esta situación como una forma de violencia estructural, al considerar que impide el desarrollo pleno de la infancia sorda cuando no se garantiza el acceso temprano a una lengua natural.
Durante el encuentro, especialistas de la CNSE explicaron que la falta de contacto con la lengua de señas en los primeros años de vida repercute en el crecimiento emocional, cognitivo y social de los menores. Recordaron que el periodo crítico para la adquisición del lenguaje se sitúa entre los 0 y los 5 años, etapa en la que el acceso temprano a una lengua es determinante para construir identidad, vínculos y autonomía.
Desde la entidad señalaron que esta privación no puede entenderse como un problema individual ni aislado, sino como una consecuencia de entornos familiares, educativos o sociales que no ofrecen modelos lingüísticos accesibles y competentes. Según se destacó, la lengua de señas no es solo un instrumento comunicativo: es también un espacio de pertenencia cultural y una base imprescindible para el desarrollo integral.
La CNSE subrayó, además, que la privación lingüística puede generar retrasos en el desarrollo del lenguaje, dificultades cognitivas, aislamiento social, fragilidad identitaria, brechas educativas e incluso impacto en la salud mental. También remarcaron que esta forma de violencia se mantiene muchas veces invisibilizada, ya sea por la falta de recursos institucionales, por prácticas discriminatorias o por la desvalorización cultural de la lengua de señas.
Entre las principales medidas propuestas en el webinario, se insistió en la necesidad de garantizar el acceso a la lengua de señas desde los primeros meses de vida, fortalecer modelos educativos bilingües, crear canales accesibles de denuncia y establecer indicadores que permitan detectar y prevenir situaciones de privación lingüística.
Desde INTELSA acompañamos este llamado de atención, porque refuerza una idea fundamental: la accesibilidad lingüística es un derecho, no un recurso opcional. Asegurar a las infancias sordas el acceso pleno a la Lengua de Señas es asegurar el acceso a la educación, a la participación social, a la identidad y a la igualdad de oportunidades.






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